La marcha Z: el cosplay político más caro del año

 

A Contraluz | El Tecladista




Agencia MANL




Hay que decirlo sin rodeos: la marcha de la “Generación Z” fue el equivalente político a usar filtro de TikTok para verse más joven. Un movimiento donde los que menos aparecieron fueron… los jóvenes. Pero eso sí, abundaron los que querían parecerlo.

Lo que vimos el 15 de noviembre fue un performance intergeneracional donde los organizadores quisieron vendernos rebeldía juvenil, pero terminaron protagonizando una pasarela de “chavorrucos indignados”, influencers improvisados y operadores que descubrieron que decir “Gen Z” aumenta el engagement.

El Tecladista anotó tres escenas memorables:

1. La generación del ‘WhatsApp bien reenviado’ marchando como si fueran nativos digitales.
No falta quien cree que usar una gorra hacia atrás los vuelve automáticamente parte del movimiento.
rentable.

2. Los símbolos prestados.
El uso de animes, banderas pirata y referencias de cultura pop no construyó identidad; construyó confusión. Si la política es seria, la caricaturización también tiene consecuencias.

3. Las agendas invisibles.
Lo que se presentó como una movilización juvenil terminó siendo el escenario perfecto para viejos proyectos de oposición que descubrieron, tarde, que la narrativa juvenil es rentable.

La gran pregunta que queda A Contraluz es sencilla:
¿Realmente fue una marcha de jóvenes o una marcha usando a los jóvenes como logotipo?

Porque si algo tiene la Generación Z es nariz fina para detectar cuando los están manipulando. Y esta vez, la operación fue tan evidente que el intento de apropiación terminó convertido en un meme involuntario.

La protesta tenía causas legítimas —eso nadie lo duda—, pero cuando la autenticidad se sustituye por estrategia, el mensaje se vacía. Y al final, lo único verdaderamente generacional de la marcha fue la velocidad con la que se volvió tendencia… y se olvidó.

El Tecladista


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